Todas las personas descendemos de nuestros antepasados en África y, por lo tanto, somos el fruto de múltiples movimientos migratorios. Desde siempre los seres humanos se han visto empujados a trasladarse por motivos muy diferentes: desde el deseo de conocer nuevos lugares, por amor, para compartir saberes o habilidades o para huir del hambre, la guerra o la persecución. Así se han ido formando las diferentes culturas y así se han ido constituyendo nuestras sociedades multiculturales actuales.
Las niñas y niños de este libro proceden de todas partes del mundo y hablan diferentes lenguas, pero todos viven ahora en España. Algunos acaban de llegar, otros han nacido aquí. Samira llegó con su familia en una barca y en un camión hasta Alemania, huyendo de la guerra en Siria, y luego fueron acogidos por un primo de su padre en España. Amad echa de menos a los amigos con los que jugaba a fútbol en Irak, pero ahora tiene nuevos amigos con los que juega a fútbol aquí. Aziza nació en España, donde su madre vino hace años a buscar trabajo desde Rabat, pero habla perfectamente dariya y le gusta celebrar la fiesta del azúcar con su familia. El padre de Yousri es afgano y vino aquí a estudiar ingeniería mecánica, pero acabó haciéndose director de orquesta. La madre de Natalia es rusa, pero se enamoró de un español y acabó estableciéndose en España, donde nació Natalia.
La diversidad cultural puede ser muy enriquecedora, pero a veces también es fuente de problemas originados por el desconocimiento y los prejuicios. Y es por eso que, para asegurar una buena convivencia, no hay nada mejor que conocer con nuestros hijos a nuestros vecinos y vecinas, tal como se nos propone en este libro.