Para niños pequeños, recomendamos que se comience sacando provecho a las ilustraciones de las emociones más sencillas (vergüenza, ternura, odio, aburrimiento, felicidad). El niño y el adulto pueden conversar sobre qué les ha sucedido a los personajes de las ilustraciones y sobre cómo se pueden sentir y por qué. También puede resultar adecuado explicar situaciones que se hayan vivido en las que esté implicada la emoción de que se trate en cada caso. A continuación, se puede leer el texto; por lo que sabemos de otras experiencias, los niños disfrutan cuando se les leen los textos y, de esta manera, se van familiarizando poco a poco con el vocabulario. Además, así adultos y niños se acostumbran a que las emociones pueden ser un tema de conversación natural entre ellos y se va aumentando la confianza y la intimidad entre ellos.
Para personas de 7 a 9 años
Que los adultos y los niños compartan experiencias vinculadas a determinadas emociones contribuirá a establecer vínculos más fuertes y a que los miembros de la familia se conozcan mejor unos a otros. A algunos niños les asombra comprobar que sus padres también sienten miedo o inseguridad. Esto ayudará, además, a fortalecer la empatía de los niños y su capacidad para ponerse en el lugar del otro.
A estas edades, los niños van experimentando cambios físicos
y psíquicos impredecibles, sorprendentes e inesperados. El
“Emocionario” puede ser un gran aliado en la intimidad como lectura
rutinaria: con la lectura diaria, se crea un tiempo y un espacio íntimos
en los que reflexionar sobre las propias emociones y acostumbrarse a
procesar lo vivido sin dejar que se enquiste. Además, aconsejamos
ayudarse del “Diario de la Gratitud” para ir anotando esos sentimientos y
emociones que, especialmente en esta etapa, suelen parecer desbordantes
e ingobernables.
Para otros lectores
Por lo general, utilizamos sólo cuatro o cinco términos para expresar nuestras emociones. Esa manera de sintetizar nuestro vocabulario emocional influirá en los niños de nuestro entorno, ya que el ejemplo es su principal fuente de información. Si nosotros nos refiriésemos al naranja, amarillo y rojo con el término naranja, los niños se expresarían de la misma manera.