Nita es la casi-rana más pequeña del estanque. Es tan pequeña que ha de mover la cola el doble de rápido que sus hermanos y hermanas renacuajos para no quedarse atrás. El problema de quedarse atrás tiene nombre: el Gran Blob, un pez grande, viejo y malo que vive en las profundidades del estanque. Cuando se pone el sol, sale de los rincones y… No, Nita no cree en el Gran Blob. Aun así, prefiere quedarse en las zonas poco profundas.
A medida que pasa el tiempo, a los renacuajos les van creciendo las patas. Primero, las de detrás y luego las de delante. Les crecen dedos palmeados. Las patas son cada vez más largas y más fuertes. Su cola es cada vez más corta, hasta que la pierden del todo. Pero a Nita no le sucede lo mismo. De hecho, cada día son menos los renacuajos que juegan con ella. «¿Dónde habrán ido todos?», piensa a Nita. Aunque prefiere no hacerlo. Así van desapareciendo todos los renacuajos del estanque. Y finalmente se queda ella sola. «¡Oh, no! ¡El Gran Blob!»… Y entonces Nita tiene ganas de hacer algo que jamás había hecho…