—¡Vaya, el Brujo Pirujo!
—No soy Pirujo. Soy Camuñas,
¡el que nunca se corta las uñas!
–respondió el brujo, indignado.
—No me tomes el pelo. ¡Eres Pirujo!
—Que no. ¡Soy Camuñas!
Aunque resulte sorprendente, estamos ante el inicio de una gran amistad: entre un brujo que caza niños para su despensa y la que iba a ser su próxima víctima. Sin embargo, la inteligencia de la pequeña Blanca evitará que Camuñas la engulla. Además, propiciará que la vida de este personaje que nunca se cortaba las uñas, dé un giro de 180 grados.
Blanca es astuta como un zorro y lista como un búho. Camuñas, carente de estas dos cualidades, es presa fácil para el juego de confusión que inicia la niña cuando, una noche, el brujo entra en su cuarto para zampársela.